Descansá la mente un ratito y llenate de ideas de bien, de palabras que traen esperanza, de pensamientos de paz.


domingo, 12 de febrero de 2012

El Sueño


Soñé con el poder de Dios, no con un poder extraordinario que emanaba o salía de mi cuerpo sobrenaturalmente, no. Soñé con el poder de Dios para dejar de temer. En mi sueño sentía el nacía en mí el temor cuando me enfrentaba a distintas situaciones pero era rápidamente reemplazado por una sensación de valentía, de poder para testificar. 

No era una emoción que simplemente cubría o reemplazaba a la otra sino que la postrera era mucho más fuerte y se apoderaba de la primera, absorbiendola. Ese impulso, ese sentimiento de poder era instigado por el amor hacia Dios, era tal mi pasión por Él que en mi ser y con todo mi ser decidía que  aquello era más fuerte que el temor que sentía, era tanto más importante el sentido de deber y de testificar; un heroísmo que salía de lo más profundo de mi ser, dónde el temor quedaba rezagado, casi olvidado y sólo permanecía en forma de alerta. 

Mi amor por Dios era tan fuerte que no importaba la circunstancia (si de testificar o de peligro) lo más importante era proclamar la verdad. En ese sueño conocí la ausencia del temor, impulsado por la pasión y amor verdadero hacia Dios. Entendí  cabalmente por primera vez qué quiere decir la palabra con “En el perfecto amor no hay temor, porque el amor echa fuera el temor.” Será éste el denuedo por el cuál oraban tan fervientemente los grandes apóstoles de antaño? Será que en algún momento podré por gracia suya llegar a ese estado de ausencia de temor? Creo que sí, Él hará.